La corrupción, como drama o como pretexto

>CONSECUENCIAS DEL ‘CASO BÁRCENAS’

Aunque la mayoría de los medios resalta la gravedad del panorama de corrupción que se ha ido desvelando en España, algunos solamente inciden en la parte que afecta al PP, otros cargan las tintas en los ERE de Andalucía y hasta hay voces periféricas lamentando este espectáculo de la España incivilizada.

¿Quién es más corrupto? ¿Es tan gravísima la corrupción o se ha sacado de quicio? Según sus colores, la prensa ofrece estos días interpretaciones variopintas.

Xavier Bru de Sala, que culpa de todo a Bárcenas y al director de EL MUNDO, hacía en El Periódico un análisis apenas interesadamente catalán de lo que veía como un esperpento de la España negra ante un pequeño problema de corruptelas: «¿Cambiará España? ¿Es capaz este país de dejar de babear ante el espectáculo y aprovechar el escándalo para propósito colectivo de mejora? Al contrario. Cabalgan desbocados el cinismo, la ocultación, la manipulación, una dureza brutal en la confrontación. Los niveles de corrupción, siempre indeseable y merecedora de la más contundente de las condenas, son elevados pero no mucho más que en otros países europeos en mejor situación que España».

Exactamente lo contrario opinaba Fernando Vallespín en El País: «Es posible que el desencadenante último fuera la crisis económica. Un país encantado de haberse conocido tomó conciencia de golpe de haber vivido en una ilusión. Lo que de verdad ha colocado al sistema al borde de la bancarrota no es, sin embargo, de carácter económico o social; es político. Desde el mismo momento en que dejamos de ser ciudadanos distraídos y se hizo la luz en la esfera pública, el espectáculo resultó insoportable. (...) Y no ya por un problema de esta o aquella disfuncionalidad institucional. Lo que nos lo presenta como insufrible es la degeneración de la moral pública, la corrupción que todo lo invade. Ahora ya ha sido desenmascarado, lo vemos en su total desnudez, y no caben apaños para tapar sus partes pudendas».

En ABC, Ignacio Camacho veía que no hay mal que por bien no venga: hundido ante la opinión pública, lo mejor que le podría suceder al PP es que se presentase la moción de censura improvisada por Rubalcaba: «El PP ante un frente popular de la izquierda y los soberanismos sin cohesión ni programa: ésa será la pavorosa percepción de los ciudadanos si se produce un enfrentamiento que sólo puede beneficiar a las minorías radicales que sueñan con morderle al bipartidismo una cuota mayor de la que ya se está dejando entre los jirones de la corrupción, el desgaste institucional y la devastación socioeconómica».

Un editorial de La Razón aprovechaba para recordar dónde está el mayor caso de corrupción: «Sin entrar en la falta de pudor y de memoria que supone el rasgarse las vestiduras de un partido como el socialista, implicado ahora mismo en el mayor escándalo de corrupción con dinero del paro, como es el de los ERE de Andalucía, no deja de producir rechazo el descarado oportunismo político con el que se ha conducido Rubalcaba».